EL VIAJE DE MIR
Mir se siente diferente hace tiempo. Por su cabeza pasan muchas cosas que no puede explicar, pero necesita contar. Son ese tipo de sensaciones que te martillean la cabeza hasta que tomas una decisión. (Cris B) Junto a ella hay otras semillas, bien amarradas a la tierra, con sus pompones blancos empezando a despuntar. Ella sabe que será diferente. Sabe que no ha nacido para ser una semilla de algodón más. (Marta)
Mir se acuerda ahora que sus hermanas le decían que habían tenido mucha suerte. Manuel y su familia siempre les habían tratado muy bien, durante varias generaciones con mucho mimo y cuidado habían conservado año tras año semillas de sus antepasados. Hubo momentos que los padres y los abuelos de Manuel casi tiraron la toalla, pero esta familia de algodoneros eran de una raza especial. Como lo era Mir, una semilla especial. (Estrella)
Al principio de su vida Mir oía a sus hermanas, pero también oía las voces de Manuel, de Carmen, de los niños, y de los que trabajaban con ellos en la Finca El Paño. Oía los ruidos de los coches cuando iban y venían a Lebrija, a Sevilla no iban tanto pero cuando lo hacían venían muy contentos, en esa ciudad tenían buenos clientes. Mir escuchaba a sus hermanas decir que Manuel nunca pensó que el sueño de su familia él podría continuarlo. (Juan)
El sueño. ¿Que era un sueño? Mir mirá al cielo, ese cielo azul que miraba todas las mañanas. ¿estarían los sueños allí en lo alto? Seguramente si, porque los pájaros que veía todos los días parecían no querer posarse nunca en el suelo.
– Quiero ir hacia el cielo -pensó Mir- allí podré encontrar mi sueño.
Todos los días, a partir de entonces, observaba ese cielo tan azul y esas nubes que correteaban en las mañanas de viento. Soñaba con soñar, con ese sueño que le llevaría a un mundo diferente pero, más maravilloso que la vida que hasta ahora esta disfrutando.
– Un día subiré al cielo y alcanzaré mi sueño lo mismo que Manuel – le dijo a sus hermanas-, las cuales le miraron asombradas.
– Eso es imposible Mir, que tonterías dices. Somos semillas y no podemos movernos de la tierra; somos parte de ella y sueños de muchos hombres como Manuel. (Cristina)
La hermana de Mir no podía parar de reir, pero Mir estaba convencida de que cumplirá su sueño, sea como sea, lo piensa cumplir, aunque tenga que arriesgarse mucho. Mañana será otro día. Y al día siguiente volvía a decir lo del sueño. Todos los días igual y su hermana se reía constantemente de eso. (María)
Pero Mir seguía queriendo volar y subir al cielo. Así que habló con un pájaro que iba todos los días por allí y le pidió por favor que la ayudara a cumplir su sueño. Y el pájaro lo hizo, cogió a Mir con su pico y se la llevo volando muy alto y muy lejos de todo lo que conocía. Ante ella se abría un nuevo mundo azul y lleno de aventuras pero … lejos de sus hermanas.
Disfrutaba de unas vistas fantásticas, experimentaba la libertad, las caricias del aire, se sentía grande y fuerte. Pero aún así echaba de menos a sus hermanas.
El viaje siguió. Volaron durante días, hasta que de pronto … (Rebeca)
Se acordó de Ana, la hija mayor de Manuel todas las mañanas antes de ir al colegio le hablaba, le animaba a desperezarse, a crecer. Es cierto, a ella le costaba levantarse de la cama, estaba muy a gusto en ese colchón tan mullido, con los rayos de sol calentando su edredón. Y volar y ver gente nueva estaba muy bien, pero ella quería vivir mucho más, quería saber lo que se siente creciendo y haciéndose mayor, y al lado de sus hermanas. Así que le pidió a su amigo que la llevara de vuelta a casa. Ahora sí. Le diría a Ana que siguiera saludándola por las mañanas y ella se levantaría de la cama. (Antonio)
A Mir, también le gustaba oir a Rosa, la hija pequeña de Manuel, y la imaginaba con su delantal mientras correteaba entre los campos llenos de nubes de algodón. (Rosa)
Pensó y decidió viajar a Serbia, porque le habían dicho que ahí su nombre significaba Paz y eso le parecía increiblemente fortuito. (Nina)
Le apetecía mucho ir a Serbia para saber porque su nombre venía de allí, pero sabía que tenía que crecer un poco y aprender. Sabía que no todo el mundo era como esa tierra en la que el vivía y tenía que hacerse fuerte. Sabía que tenía que aprovechar el calor de su tierra del sur. Iban a cuidarle bien. No le iban a echar esos productos que olían tan mal para hacerle crecer más rápido. Quería disfrutar de la lluvia, del olor a tierra mojada, solo a tierra natural, e ir levantándose poco a poco hacia el cielo. Primero pequeñito y con sus brotes tiernos. Sabía que sería muy frágil, pero Manuel iba a cuidarle y mimarle hasta ser una nube blanca que se juntara con esas del cielo. Y entonces podría viajar. Y quizás podría enseñar a otras semillas como había crecido, como le habían cuidado, diferente, si, pero con mucho amor. (Pablo)
Y pensó: «El amor viaja como las nubes. Un día, cuando menos te lo esperas. te sorprende a la vuelta de la esquina. Te coge desprevenido y te atrapa en sus brazos para que, desde ese día, no dejes de amar». (Fernando)
Eso es lo que sentía por quienes le cuidaban. Por eso se quedaba un tiempo. Había oído por Manuel que había otros campos que solo querían plantas gordas y grandes y que a veces caía una lluvia que no era agua y te dejaba pegajoso y después muchos de mis amigos bichitos se iban. A mi me gustaba que de vez en cuando gusanitos y pequeños animalitos corretearan por mis pequeñas hojas. No eran malos si eran pocos. Aunque muchos es verdad que molestaban, pero alli estaba Manuel para ayudarme. Me miraba las hojitas y sabía lo que me pasaba y como curarme. Y me encantaba que Rosa y Ana le ayudaran (Ana)
Un día encontró a otra semilla que venía desde Egipto y le contó que se llamaba Rashic y que había viajado por todo el mundo. Cada día le contaba un lugar diferente en el que había estado.
A ella le parecían muy interesantes todas sus aventuras y se empezó a interesar mucho más que antes en viajar. Además Raschic le empezó a gustar mucho más que un amigo (Laura)
Se dio cuenta que echaba de menos a Manuel, que era la persona que le había cuidado desde que llego al campo con sus hermanas, pero decidió seguir viajando con su nuevo amigo (Claudia)
En el primer viento de poniente ambas semillas se dejaron llevar hasta tierras egipcias. Arraigaron en las orillas del Cairo y Mir cada día estaba más enamorada de Raschid, pero un día descubríó que tenía novia, Esportiti que volvió de Erasmus después de un año en Alemania. Las nubes en las que el amor de Mir viajaba se tornaron tormentosas. (Daniel)
Pero pronto todo cambiaría. Mir no sabía que iba a ser el verano de su vida. Iba a conocer a alguien muy especial (pilar) que cambiaría su cometido en este mundo y con el que desarrollaría una magnífica amistad que muy pronto tornaría en un encuentro amoroso (alejandro)
Por primera vez en su corta vida, sintió frío y sintió miedo, escucho la voz de otros algodoneros que hablaban de fumigar con pesticidas y de semillas transgénicas que estaban dando mejor resultado y mayor producción. Mir no sabia que significaban esas palabras, pero no le gustaban, no sonaban bien, le producían escalofríos.
No sabia como pero tenia que escapar de allí, tenia que regresar a su hogar, no había sido buena idea seguir a Rashic (Clara)
De repente sintió agua fría corriendo por su delgado tallo, entonces despertó. Todo había sido un sueño. (Ana)
Mir seguía en Andalucía, rodeada de toda su familia. Pero si que había un problema en el campo de al lado. El agricultor Vicente había encargado unas semillas más resistentes, en su bolsa ponía Montsanto. Mir había oido hablar de esta empresa monstruosa que mataba a todas las semillas ecológicas. Mir solo pensó en una cosa. Tenía que huir de allí como fuera. (Yago)
Tenía que hablar con Ana, aunque corriera el riesgo de perderla como amiga al descubrirle su identidad.
A la siguiente mañana, cuando fue a saludarle, directamente se lo dijo. Tengo miedo Ana, Vicente va a conseguir que toda mi familia desaparezca. Ana se asusto, pero escuchó con atención lo que Mir le decía y vio que tenía que hablar con su padre antes de que la catástrofe sucediera. (Alba)
Mientras Mir esperaba que Ana hablara con su padre, se puso a pensar y mirando el cielo, vio pasar una bandada de pájaros y pensó: ¿que tal si hablo con ellos y me llevan a otro lugar? (Santi)
Y le pregunto ¿quieres volar a mi lado? (Nelida)
Y Mir le contesto. Llevo mucho tiempo pensando en descubrir que hay más allá de este canpo. Y Ana sin pensarlo un minuto lo cogió de la mano a la vez que le decía: Los sueños no tienen fecha de caducidad así que nunca dejes de perseguirlos y si algún día no sabes hacia donde ir… si, arriesgate. Esa siempre será la respuesta (Erika)
Mir tomo el consejo de lo que Ana le había dicho y así lo hicieron, juntos decidieron descubrir nuevos lugares (Marta) Siguieron la dirección del viento ¿a donde nos llevaría? (Rocio)
Durante días Mir fue cabalgando junto al viento por Andalucía. Siguieron por el Mediterráneo a conocer a su primo el viento de Levante que le presento a las flores de los naranjos, blancas como Mir. Pasados unos días llegaron a Zaragoza, para conocer el viento más fuerte de la península, el cierzo. (Sara)
Mir estaba mareada de tanto ir y venir, pero aliviada de alejarse del mar, pues aunque admiraba sus vistas, le daba pánico mojarse Pero su amigo el pájaro le animó a bañarse en el caudoloso Ebro. Sin embargo, aunque disfrutaba como nunca de su estancia en la capital aragonesa, echaba de menos a Manuel y sus hijas. (Maria)
Mir decidió entonces guiarse por sus sentimientos y regresar con su familia, pero el destino tenía otros planes para ella. De repente, el fuerte cierzo la arrastro, acabando en un lugar cercano, ya que no había sido un viaje muy largo. Cuando logró limpiarse todo el polvo, alzo la vista y observo un paraje que no había visto hasta entonces, era un campo, limpio, seco, y lleno de unas plantas desconocidas. Afortunadamente Mir vio un cartel de madera donde se puede leer el nombre de esta planta, borrajas. (Marta)
Hola Borrajas, dijo: ¿donde estoy? Estas en Pedrola, en el huerto de tio Narciso, y tu quien eres? Soy Mir, una semilla de algodón ecológico. (Lucia)
La borraja nunca había visto u oído nada parecido. Impresionada con la desenvoltura de la pequeña Mir, se inclinó para observar más de cerca a su inesperada visitante.
Los pinchos de sus tallos apuntaban ahora amenazantes a la andaluza.
«¡No, por favor, no me hagas daño!», gritó Mir atemorizada.
La reacción de la semilla arrancó una carcajada en la borraja. Mir descubrió que tras su áspera apariencia, la planta era una mano tendida en su largo viaje. (Laura)
Mir, le dijo: Eres una planta muy bonita y me gustaría seguir hablando contigo, pero tengo que continuar mi viaje, me queda mucho mundo por ver y muchas cosas por conocer. Esperaré otra volada de viento a ver a donde me lleva, pensó Mir(Teresa)
Mir era consciente de que su viaje no había hecho más que empezar… que quería aprender … que necesitaba aprender y sobre todo necesitaba las experiencias de todos esos lugares maravillosos que había visitado para crecer y dar lo mejor de sí misma. Decidió quedarse un tiempo aquí porque aunque echaba de menos a su gente, que eran su vida, la ilusión de otra vida con retos nuevos era superior a la nostalgia… simplemente porque no era una semilla común… era Mir. (silvia)
Mir se despertó una mañana y no reconoció lo que le rodeaba. Vaya, pensó, ¿pero cuantas compañeras nuevas hay por aquí?? Y además, no veo el final de los campos. Esto es enorme¡¡¡ Ya no están ni Ana ni Rosa ni Manuel para despertarme por las mañanas. Mis nuevas compañeras están enfadadas, están gritando, dicen que están hartas de que cada vez que las riegan su pelo se tiñe de colores. Y es verdad, pero si tienen color azul. No lo entiendo, el agua que utilizaba Manuel para regar era trasparente, muy limpia y olia bien. Esto no me gusta nada …. Y tengo que averiguar donde estoy. (Ana)
Ufff menuda sorpresa he estado preguntando y me dicen que estoy nada menos que en China. La verdad es que no me lo esperaba. Me hace mucha ilusión porque dicen que es un país muy bonito. Pero no entiendo una cosa mis nuevas amigas me dicen que han visto que los ríos cambian de color por eso cuando las riegan su pelo se tiñe de colores. Esto me da miedo. A mi me gusta que me mimen y me cuiden con la mejor agua y esto no me parece que sea muy saludable. (Luis)
y era verdad, de pronto vio un panda rosa, tan rosa como el agua del río. El panda se estaba duchando y se estaba volviendo verde. Mir descubrió que el agua provenía de aquella fábrica. Fue a hablar con el director de la fábrica para que pusiera un filtro y el aceptó. (Marc)
Y contento y satisfecho Mir salió a pasear. Pensando en que había contribuido con su intervención a proteger el medio ambiente, camino tanto que se salió del río. (Eugenia)
Y fue a parar a otro río, con un color oscuro y sucio con peces y animales muertos. Continuó el curso de ese nuevo río y descubrió más fábricas contaminantes. Ella sola no podía visitar y convencer a todas las empresas sobre la importancia de cuidar el medio ambiente y proteger el planeta. (Chon)
Entonces se dio cuenta de que su aventura en solitario estaba siendo muy enriquecedora, valorando aún más el cómo la trataban en su tierra natal, pero si quería que, además, lo aprendido resultara útil, debía buscar alianzas para concienciar del enorme perjuicio que causaban ciertas producciones masivas sin ningún respeto por el entorno natural. (Ana María)
Pero, ¿donde encontrar esos aliados?
Mir había crecido en un entorno favorecedor, donde le cuidaron y respetaron al máximo. Sabía que en el mundo tenía que haber más personas como Manuel. Lo que debía hacer era encontrarlas.(Virginia)
Y así lo hizo. A lo largo de este viaje lo que había aprendido era que lo que uno se propone lo puede conseguir. Aprovecho una grande y poderosa corriente de aire y alli que se lanzó, rauda, intrépida, veloz, ilusionada y espectante. En busca de Manuel. (Carolina)
La primera decisión que Mir tenía que tomar era como llegar hasta Manuel para pedirle ayuda con las empresas que contaminaban. Mientrás Mir miraba pensativa a su alrededor, una niña pasó corriendo a su lado, Mir no se lo pensó dos veces y de un brinco, entró en la cestita de mimbre que portaba la pequeña. Aquello era maravilloso. Miles de semillas de algodón como ella, charlaban de la cesta. Entonces Mir tuvo una idea. Les contó a todos lo que acababa de ver y su intención de acabar con ello. Mir les pidió ayuda. y sin mucho más que explicar, las semillas comenzaron a distribuirse el mundo, para ir en su busca de personaas maravillosas que acabaran con la nefasta contaminación. (Ainhoa)
Quería que todo el mundo supiera que en China y muchos otros países que había visitado trataban muy mal a las plantas. No sólo de algodón, también de otros cultivos. Primero hacían que las semillas salieran del laboratorio. Y eso no lo entendía. Manuel siempre guardaba semillas para que hubiera para otro año. Las mimaba y guardaba hasta que la tierra estaba preparada para recibirlas. (Juan)
Pero en estos países se compraban como un producto químico. Eran semillas diferentes. Tenían otro tacto,, otro color y luego para que dieran muchas flores y mucho algodón muy muy rápido les echaban pesticidas, aceleradores. Casi todos los días llovía y no era agua de las nubes. Eran líquidos viscosos que olían mal. Y fue en ese momento cuando comprendió porque los ríos en esos países lejanos eran turbios, porque llevaban espuma, porque había peces muertos. Era el agua contaminante del riego que arrastraba todo lo que echaban a las plantas. (María)
Se puso en una hoja y bajo ese río otra vez porque quería llegar al final y saberlo todo. Vio gente triste a sus lados. Conforme el río avanzaba iba teniendo menos agua y las tierras eran más secas. (Teresa)
Estoy muy cansada. Necesito dormir, descansar.
Mir no podía parar de pensar en todo lo que había visto y una lágrima recorrió su frágil cuerpecito e hizo que se le pegaran las hebras de algodón al tronco. Sintió un escalofrío porque sabía que no le iba a gustar lo que iba a a ver al día siguiente, ni al siguiente. En su cabeza quería regresar a España para contarlo todo, pero antes tenía que llegar al final de este viaje. Unos días más y podría volver al sol de sus campos con Manuel, Rosa y Ana. (Roberto)
A la mañana siguiente un olor muy fuerte la despertó. Abrió sus ojitos y vió un edificio que la noche anterior en la oscuridad no distinguió. Era vieja, gris y no había nadie a su alrededor, solo silencio. Mir pensó que estaba muy lejos para ella. Pero de repente una brisa le ayudó y voló muy cerca de una puerta.
La puerta estaba más abajo así que se lanzó rodando por el suelo y paró justo en la entrada. No podía creer lo que veía. Había muchos contenedores llenos de hebras de algodón. Había niños con las manos manchadas de azul, de rojo, de verde. Pero no parecía que estuvieran jugando. ¿Estaban trabajando? Eran niños. Y se acordó otra vez de las hijas de Manuel. Eran sus amigas y seguro que le echarían de menos. Ana y Rosa iban al colegío, jugaban. ¿porque estos niños no? (Carlos)
Mir estaba ensimismada cuando oyó la voz de un niño y vio como le miraba sorprendido. El niño le pregunto – ¿por qué no estás dentro de la fábrica esperando a que te tiñan? Yo abrí los ojos como platos y temblé de miedo. Ese tinte olía mal. El sabía que los tintes que usaban en la fábrica que Manuel llevaba el algodón eran sacados en su mayoría de plantas y algunas telas salían con el color natural algunas plantas tenían tan bonito. Unas veces crudo, verde o marronaceo (Marta)
Parecía que el niño leyó sus pensamientos. Lo cogió por sus pequeñas hojitas y lo llevo corriendo a otro lugar. Era otra fábrica con muchos camiones y mucha gente. Ahora eran más mayores y parecía que estaban organizando algo. Dentro de las salas había un ritmo frenético haciendo paquetes de telas. Parece que en China usan mucha ropa porque fabricaban mucha tela. Pero Mir era muy curioso y le dijo a su amigo que le dejará un rato en una mesa. El niño lo dejo y Mir no entendía nada. O quizás, al final, empezó a entender todo. Vio las direcciones de esos paquetes y cajas e iban a España, Francia, Alemania. Comprendió que en China se fabricaba para todo el mundo. Pero seguía sin entender por qué. En España había fábricas para hacer esas telas. (Sonia)
Como Mir era de tomar decisiones se coló en una caja de las que ponía España, ella solo quería volver a casa para explicarle a Manuel todo lo que había visto en su viaje, (Romina) Sabía que él y Manuel no podían solucionar el problema de los algodones de colores, pero se sentía muy orgulloso de su trabajo. (Izán)
Ya dentro de la caja que la regresaría a su amada España y a sus seres queridos, la angustia por su descubrimiento se apoderó de todo su ser. Sabía que era quijotesco enfrentar a toda esa gigantesca maquinaria de producción multinacional, más aún siendo una simple semilla… Y fue entonces cuando intempestivamente un pensamiento emergió e invadió completamente sus entrañas recargándola de fuerzas y esperanza:”Es imposible que pueda vencerlos, pero puedo generar un cambio”, ese sería su lema, y de ahora en más toda su energía estaría depositada en ello. El primer paso sería concientizar y educar a los niños: ellos son el futuro, trabajar duro peldaño por peldaño mostrándoles que el bienestar general debe primar sobre los intereses propios, el respeto hacia la naturaleza, personas, animales y plantas es innegociable. Sus aliados serían principalmente sus incondicionales amigos: árboles, pájaros, abejas y agricultores que aman la vida, ellos propagarían las bondades de la vida natural y las catástrofes que se están cometiendo en nuestro amado planeta.
De golpe la marcha se detuvo y la felicidad se instaló en Mir. Había hecho arribo en España, era hora de comenzar El Cambio! (Dany)
Mir miraba algo asombrada a sus nuevas amigas las borrajas. Y entonces la vio… y sin conocerla, la reconoció
Era— ¿??, quizá un cumulo de nubes, quizá un espíritu de los que había oído hablar cuando era tan solo una pequeña semilla. No sabía explicarlo pero era ella, la Diosa de La Seda. La «dama Hsi-Ling-shih.
Y le hablo…
¡Hola Mir!
Llevas viajando demasiado tiempo. Era necesario. Tenías que crecer en este viaje, hacerte MAYOR
¿Para qué? –preguntaba Mir balbuceando-
Para entender, para saber.
Mir, eres parte de un arte milenario, algo que trasciende a cualquier semilla, a cualquier mito, a cualquier Diosa.
Eres maravillosa e inmortal.
Y la Diosa continuo hablando… mi querida pequeña, tú sola no eres nada y a la vez eres todo, somos la vida que arropa cuerpos, somos el abrazo cotidiano que todo el mundo busca sin saber…. Necesitas unas manos que te cuiden, que te mimen, que te alojen con otras semillas de algodón para tener forma, alma, para ser viva y tener vida en fin…
Y entonces la Diosa, le susurro… deja que el cierzo te lleve a Zaragoza, allí hay una joven artesana que conoce el arte de la seda, ella te acompañara en tu maravillosa metamorfosis. Se llama Cristina y tiene un rincón maravilloso en el corazón de la ciudad.
Y así fue como Mir llegó a Zaragoza… (Pilar)
Cruzó la puerta de la tienda, respiró profundamente y cerró los ojos. Pasaron mil imágenes y momentos vividos felices. En ese instante comprendió que todos los lugares son maravillosos si estás con las personas adecuadas (Eva)
¿Puede una pequeña semilla cambiar las cosas? La inocencia de Mir es la respuesta. Ella sembró su mensaje en muchos lugares a lo largo de sus aventuras. Nadie sabe hasta donde llegará, Mir solo hizó su parte. No obstante, la siguiente etapa lo cambiaría todo para Mir, su contacto con Cristina le revelaría la respuesta a muchas de sus inquietudes. El verdadero poder de una pequeña semilla estaba todavía por llegar. (Jonatan)